“I
was an art student and, like all art students, I was encouraged to believe that
there were a few great figures like Picasso and Kandinsky, Rembrandt and Giotto
and so on who sort-of appeared out of nowhere and produced artistic revolution.
As I looked at art more and more, I discovered that that wasn’t really a true picture.
What really happened was that there was sometimes very fertile scenes
involving lots and lots of people […],
all sorts of people who created a kind of ecology of talent”.
Me gustan las palabras. Las
sonoras y rotundas como audaz o fuerza. Las largas como heterogeneidad, multidireccional o cooperación. Las esdrújulas -que
colecciono compulsiva y secretamente desde niña- como límites, crítico, indómito, diálogo o democrática.
Me gusta la etimología.
Entender de dónde vienen las palabras me ayuda a comprender el mundo. Pues las
raíces- tantas veces olvidadas- pueden ser un buen un punto de partida.
Creador: el que crea, del latín creare
(crear, engendrar) a su vez de la raíz indoeuropea ker (crecer), por tanto: el que crece.
Educador: el que educa, de latín ex_ducere
(sacar a otro de un determinado estado o de un recinto cerrado, conducir de
dentro a afuera, hacer salir). Por tanto: el que hace salir.
Levadura es un programa
educativo de residencias que facilita la interacción creativa y la generación
de vínculos entre un creador educador,
una institución cultural y una comunidad escolar al completo (alumnxs, tutorxs,
padres y madres, personal del centro escolar…). No existen muchas convocatorias
específicas para creadores educadores como ésta. Se ha hablado mucho de los
infinitos beneficios que puede tener para un niño involucrar a un creador (el
que crea) en su proceso educativo. Pero ¿qué puede significar para un creador
(el que crece) extender su práctica a la educación (lo que hace salir)?.
Levadura es un caldo de
cultivo. Un lugar en el que pasan cosas, como en todo auténtico proceso
creativo. Aporta un tiempo y un espacio. Conecta a un grupo de personas
diversas para que suceda la creación (crecimiento) en la experiencia educativa
(hacer salir). Levadura es un espacio fértil en el que el que todo el que crea,
crece.
Y es
que hay un tipo de fuerza muy
especial, una energía invisible y poderosa que surge al estar haciendo algo
creativo con otros. Las instituciones y
personas que, con su labor audaz
hacen posible este programa han demostrado de una manera practica que el arte es
esencial para tejer comunidades fuertes y auténticas. Colaboran en
cultivar la voz requerida por todos para
participar en una sociedad democrática, donde todo el mundo tiene derecho a ser
escuchado y a contribuir a la cultura.
Para el creador, el añadir
la acepción educador a su práctica implica una evolución que es casi
irreversible. La de pasar de entender el arte como una herramienta de
comunicación a aceptarlo como herramienta de acción, una herramienta social
directa, y un proceso social. Empujar límites.
Flexibilizar. Hacer desaparecer el genio
para dar paso al equipo. El vértigo de la incertidumbre. Trascender la propia
práctica artística para hacer realidad, sin permiso, el deseo común que todos
albergamos de convivir en una sociedad más sensible, más justa, mas auténtica. Sin
lugar para fracaso. Desarrollar ideas que construyen y acercan. Nutrirse de la heterogeneidad. Cultivar sin cesar la
escucha activa. Dejarse llevar por la emoción de la sorpresa. Enriquecerse en
la cooperación y en el aprendizaje multidireccional. Bendecir lo incómodo.
Disfrutar del proceso. Ver como todos crecen de un modo natural. Y de ser uno
más en el descubrimiento.
Todo el que ha dado ese paso
sabe que no siempre es fácil llevar este tipo de propuestas adelante. Me faltan
dedos de la mano para contar las veces que alguien me ha preguntado qué
demonios es un artista educador (¿es un profesor de dibujo? ¿un animador
infantil?) o porqué llevo mi práctica artística al ámbito educativo (¿entonces
ya no eres artista?). La precariedad, la incomprensión, la falta de espacios,
de voluntad y de tiempos disponibles para este tipo de prácticas en la realidad
cultural actual son el pan nuestro de cada día.
Levadura sin embargo, no
sólo favorece que suceda, sino que dignifica ese proceso. El proceso de artista
que decide imbuirse en una investigación creativa con otros y para otros. Para
crear realidades nuevas pensadas en común. Al que se atreve a adentrarse en terra incógnita con el diálogo y el
pensamiento crítico como única luz guía. Pero en equipo. Quizás porque también así,
en equipo, se gestó este programa.
Levadura es un espacio de
posibilidad en el que el creador educador se siente integrado en una estructura
natural para su práctica. Facilita. Respeta. Acerca. Alimenta. Permite a cada
uno de los involucrados ser el co-responsable de su propia evolución. Con una
comunidad que lo ampara. Lo empodera. Lo une.
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Favorece que la experiencia
del docente del aula reglada, que ve a cada uno de sus alumnos como un ser
valioso e importante para nuestra sociedad, el pensamiento indómito del artista
en el que no existe el fracaso si no es como germen de crecimiento y la fuerza
creativa del niñx aún no domada, se cuezan, a fuego lento, al otro lado del
límite, más allá de esa línea elitista de un tipo de cultura en la que ya nadie
tenía nada que aprender.
Sofía de Juan
Texto para publicación de Levadura Programa de creadores en escuelas 2015/2016