O RECTIFICAR ES DE SABIOS
Uno de los más importantes preceptos del budismo tibetano dicta que uno debe hacer todos los esfuerzos necesarios para reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños.
Siempre he procurado ser coherente en mis acciones y fiel a mi misma.Y por ello,ante una actitud tan budista como la que ha tenido el suplemento Aula de "El Mundo" (por boca de su Coordinador Alberto Rojas) después de lo acontecido, poniéndose en contacto conmigo con la mejor disposición de aportar una solución a este mal rollo, no puedo sino quitarme el sombrero públicamente, disculparme por el calentón y darles
las gracias por mostrarme que más allá de los malentedidos y las imprecisiones, hay una voluntad real dar a conocer la situación de los tibetanos como consecuencia de la intolerable ocupación china. Porque, como dice el Dalai Lama "casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por los demás"
En breve os pondre al tanto de la resolución de este tema.
Thursday, April 10, 2008
Monday, April 07, 2008
EL ULTIMO REFUGIO DEL TIBET
Ante la reciente publicación en "El Mundo" de mis fotos junto a un artículo sobre las Tibetan Children Villages con el que no me identifico y con el que discrepo en algunos aspectos en los que creo que se tergiversa la verdadera historia de un modo bastante sensacionalista, he decidido publicar en éste mi blog el artículo original presentado a dicho periódico, aportando así otra visión sobre este asunto; la versión de primera mano.
El pueblo tibetano, que ha soportado un genocidio de más de un millón de personas y una ocupación que dura casi 60 años es, a pesar de todo, tremendamente bondadoso y pacífico,carece de ejército y no tiene la más mínima intención de expandirse, vengarse o invadir a nadie. Solo desean volver a su hogar. No se puede comparar de ninguna manera la educación tibetana, destinada a preservar una cultura a punto de desparacer, con, cito literalmente "las madrassas islámicas que promulgan la expansión del islam."(sin comentarios). ni que decir tiene que el reportaje, obviamente, no transmite el sentir y el vivir real y diario de los tibetanos.
Lo siento especialmente por las TCVs, por Lobsang Tomo y por The lalu Smile que tanto nos han ayudado en la realización de este reportaje.
Simplemente creo que aquellos que han compartido conmigo su pan caliente se merecen por mi parte un poco de honestidad. Así que este es el reportaje que Victor y yo escribimos. Esta es nuestra verdad.
LUCHAR DESDE LAS AULAS
Los Tibetan Children Villages transmiten en el exilio la enseñanza de una cultura milenaria arrinconada en su país de origen.
La vuelta de sus estudiantes al Tíbet supondrá, en gran medida, la supervivencia de su identidad cultural.
“Espera lo mejor, prepárate para lo peor”.En cada esquina de la sede principal de los Tibetan Children Villages, en Dharamsala ( India), hay decenas de carteles, que invitan a aprender algo nuevo sobre cómo mantener la esperanza en un exilio que dura ya más de 50 años. Para miles de niños tibetanos, los Tibetan Children Villages, no son únicamente una escuela, o un hogar. Son el cuartel general de la lucha por la supervivencia de su cultura.
Esta asociación sin animo de lucro, creada en 1960 por Tserin Dolma, hermana mayor del XIV Dalai Lama, nació para responder a la necesidad de acoger a las decenas de miles de niños huérfanos que cruzaron los Himalayas como consecuencia de la represión ejercida por el ejército chino durante la ocupación del Tíbet, en la década de los cincuenta. El primer asentamiento de estos pequeños refugiados fue esta localidad india, Dharamsala, al pie de la cordillera más alta del mundo .Un singular paraje envuelto por la niebla donde se dice que en un solo día pueden darse las 4 estaciones; el lugar en el que el Dalai Lama estableció el Gobierno del Tíbet en el exilio con el beneplácito del Gobierno Indio.
En el transcurso de los veinte años siguientes a la ocupación y a la Revolución Cultural maoísta, el Tíbet fue objeto de una pérdida de identidad cultural sin precedentes: más de 6.000 templos, gran parte de sus escrituras sagradas y antiquísimos objetos ceremoniales fueron destruidos y la lengua tibetana fue marginada de cualquier acontecimiento social o burocrático. En la actualidad el pueblo tibetano es minoría en su propio territorio: en un país con una población de unos 5 millones de habitantes, más de un millón fueron masacrados. Muchos de los supervivientes escaparon siguiendo el ejemplo de su líder espiritual y la continua inmigración de ciudadanos chinos de etnia Han al país hizo el resto.
Se calcula que cada año unos 2500 tibetanos, huyen del territorio ocupado cruzando a pie las montañas por el paso de Nangpa La, a 6000 metros de altura, cerca del campamento base del Cho Oyu. En todo caso es difícil ofrecer el número exacto porque el Ejército chino detiene o asesina a aquellos que intentar llegar a India o Nepal, deshaciéndose luego de los cadáveres. La mayoría elige el invierno para acometer su huida evitando ser detectados por los militares, que tienden a relajar su vigilancia con las bajas temperaturas. Sin embargo, esas mismas temperaturas provocan también la muerte por congelación, o la pérdida de dedos, pies o manos de muchos de los peregrinos. Algo más de un 20% de ellos son niños enviados por sus propios padres, convencidos de que las nuevas generaciones son la esperanza para el Tibet y de que la lucha en contra de su extinción pasa por la conservación de su cultura y sus tradiciones.
Al final del éxodo, las Tibetan Children Villages, dispersas por el territorio indio, acogen a los niños (más de 1.800 sólo en Dharamsala y cerca de 15.000 en toda la India) garantizándoles un hogar y una educación basada en su lengua, costumbres y tradiciones. Los niños viven en grupos de unos 25, llamados Khimtsang (típicos hogares tibetanos), a cargo de dos padres adoptivos. Cada una de estas Khimtsang constituye una familia que habita su propia casa, con cocina, y otras dependencias. Todos los niños viven como hermanos, compartiendo juegos y responsabilidades.
Pero es en las aulas donde se desarrolla la mayor parte de la vida diaria de estas peculiares aldeas. La enseñanza, reconocida por el sistema nacional indio, se ha modernizado, secularizándose y adoptando el método Montessori. Aunque la lengua principal de enseñanza es el tibetano, se aprende también inglés e indi. Su sistema educativo integra desde guarderías, hasta Centros de Formación Vocacional y Técnica, pasando por la educación general básica y promoviendo posteriormente el acceso a estudios universitarios.
Cuando terminen su formación, sólo entre el 1 y el 15% se quedará en el exilio. El resto regresará al Tíbet, aún siendo conscientes de que su condición de tibetanos les convierte en ciudadanos de segunda clase en su propio territorio.
Esta batalla se establece en términos de penetración cultural, porque el colectivo tibetano es consciente de que un pueblo es, antes que un territorio, una identidad, y sabe que para luchar por la libertad de un pueblo el primer requisito es su existencia.
De esta manera, se articula la lucha por la supervivencia de una cultura milenaria, no en términos de militarización, sino de educación: en las TCVs educan a los niños para que puedan desenvolverse en el mundo, desde un punto de vista profesional y humano, de manera positiva para ellos y su entorno.
Son un ejército de constructores de tejido social, en donde la libertad y la educación son las armas más poderosas.
A 1800 metros de altitud, en el punto más alto de la aldea, junto a la stupa sagrada, una gran caja de madera decorada guarda los mensajes secretos que recibirán los niños tibetanos del año 2050, de parte de los niños que hace ahora 8 años soñaron un destino distinto para su pueblo.
Y es aquí, en la ladera nevada del Dhaula Dhar, los niños aprenden desde pequeños a mirar hacia un futuro que está en sus manos.
A estas alturas lo importante es que se cuente la historia de una manera acorde a mi experiencia asi que si alguna publicación está interesada en este reportaje solo tiene que ponerse en contacto conmigo y quedará a su entera disposición siempre que se cumpla esta premisa.
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