Tuesday, March 10, 2009

TRISTES ANIVERSARIOS

Mi madre siempre decía que yo era la abogada de las causas perdidas. Puede que tenga razón.

Hoy, 50 años después de la insurreción del pueblo tibetano contra la ocupación china, que llevó a su lider espiritual a exiliarse a Dharamsala, ese lugar envuelto en niebla, nada ha cambiado. Excepto la tristeza y la frustración que se van acumulando año tras año.... excepto la soledad de un pueblo cuya pacífica lucha nadie apoya por muy moderno que sea hablar de ello...

Hace un tiempo descubrí que una de las razones por las que comencé a trabajar sobre el pueblo tibetano era la curiosidad que sentía por un modo de sentir casi paradójico entonces para mi: La nostalgia y la esperanza en el exilio. Un pueblo entero soñando con una total irrealidad que aspira (por medios no violentos además!) a conseguirla.... Mi intrigaba esa actitud tanpoco pragmática.

La nostalgia por lo que ya no existe, por un lugar que probablemente ya sólo exista en la imaginación de los más viejos, que añoran un pasado perdido imposible de recuperar; o peor aún la nostalgia del mito de los jóvenes y niños nacidos en el exilio, la nostalgia de un lugar en el mundo en el que sentirte tú.... un lugar que sólo vive en las historias que les contaron o en las que se montaron en su cabeza. El Tibet de los tibetanos es una gran presencia ausente. Una de las mas grandes que he conocido.
Cientos de miles de tibetanos vien día tras día con ese peso en el corazón ....mirando fotos de un lugar que murió hace 50 años y soñando conque algun día recuperaran lo que les fue arrebatado. Un hogar.
Hoy les entiendo mejor que en toda mi vida. Es increible lo que el destino me deparaba para aprender a entender lo que significa ser expulsado de un hogar y de una vida, para empatizar con ellos.....
Toda mi vida he intentado que las presencias ausentes se hicieran reales a través de mi, como si no quisiese o no pudiese aceptar el hecho de que algo se muriera y nadie se acordase de ello, que nadie le llorase, ni le pensase.... que simplemente desapareciera; mis obras intentaban que esa cosa inerte que era la muerte de una vida pasada, fuera la de un calamar o la de una ciudad perdida pudiese cobrar de nuevo sentido desde lo mejor de mi.....
Y es por eso sigo creyendo en esta lucha. Porque al menos hay unos soñadores que no pierden la esperanza de encontrar ese lugar perdido en el que sentirse en casa.
50 años después yo sigo soñando con un Tibet libre.

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